Fiesta Nacional

Este año la fiesta nacional estuvo llena de anécdotas para Chris y para mí. El año pasado cuando ayudé a Sam (mi amiga inglesa) en la mudanza, conocí a la familia de su novio, Hervé. El padre de Hervé tiene una granja cerca de Delémont. Por la noche Christoph vino a buscarme en coche y nos invitaron a cenar. Durante la cena, el padre de Hervé hablando animadamente con Christoph (en francés), nos invitó a su fiesta del 1 de agosto (fiesta nacional de Suiza). Algún malentendido tuvo que haber –después de todo era en francés– porque Christoph entendió que esa fiesta era como la que se hace en otras muchas granjas en Suiza, un Brunch para todo el mundo que quiera acudir por unos treinta francos. Meses más tarde, conocimos a Sarah (americana) y Vladimir (croata) con los que hemos quedado varias veces y a los que invitamos a venir con nosotros a ese “brunch”. Cuan grande sería nuestra sorpresa, cuando al llamar a Sam para confirmar los datos, ésta me dice que la fiesta es el 31 por la noche, una cena con la familia. ¡¡AAhhh!! ¡¡¡Y nosotros invitando a más gente!!! Como ella estaba en Wales de vacaciones, decidimos llamar directamente a la granja… El padre de Hervé lo solucionó con un “Que vengan también, traéis un par de botellas de vino y solucionado”.

Y así el día 31, a las cinco y media, íbamos Christoph y yo de camino a buscar a Sarah y a Vladimir. El viaje hasta Delémont fue agradable y entretenido. En la estación de trenes de Delémont habíamos quedado con Sam y Hervé para que nos indicaran el camino. ¡Dios santo! Esa granja está en el quinto pino, ¡madre mía! Después de llegar tocaron saludos y presentaciones y el que se convertiría en típico “Son mis amigos de Basilea y no hablan francés” a lo largo de la noche. Lo cierto es que no conté las veces que la repitió, pero al final Sam ya debía de estar hasta las narices de la fracesita, creo yo (juas).

La cena: ¡Genial! Varios tipos diferente de ensaladas (se juntaron cuatro diferentes ensaladas de arroz, dos de pasta, dos de zanahoria y etc.), cerdo de la granja con salsa de setas del bosque de allí al lado. Y de postre mogollón de cosas dulces: brownies, tarta de albaricoques, crema de chocolate, sandía…

A eso de las once encendieron la hoguera que tenían preparada cerca de la caseta donde cenamos. Era bastante impresionante, ¡buff! Y a continuación empezaron con los fuegos artificiales de todo tipo. El más gordo (y caro) lo dejaron para culminar el evento (^_^). Luego subieron el volumen de la música y empezaron a bailar. La verdad es que la música no era mu buena, mejor dicho, durante la cena fue buena, con buenas canciones y tal, pero después empezaron a salir las canciones en francés que no conocíamos y empezó a ser un pelín tedioso. Hasta que de pronto empiezo a oír: “El pintalabios, toque de rimel, moldeador como una artista de cine”, me quedé ¡María Isabel en el Jura! ¡Dios Santo! Ahora sólo me faltan el Bisbal y el Bustamante. ¡Oye, dicho y hecho! Cosa de tres canciones después de María Isabel, suena una voz conocida en español, pero no acababa de situarla porque no conocía la canción, hasta que empezó el estribillo: “Devuelveme la vida que me la has quitao…”. Sí, señores, DAVID BUSTAMANTE se escuchó en una granja in the middle of nowhere en Suiza. Y ya para rematar cosa de media hora después, cuando ya pensaba yo que esto de escuchar a los de OT en el Jura había sido producto de mi imaginación, ¡plaff!, “Ave María, cuando serás mía…”. ¡¡¡BISBAL!!! La people debió flipar conmigo, cuando empecé a bailar al ritmo de Bisbal y a cantar como una loca… Lo sé, sé que odio a Bisbal, pero, ¡joer! En medio de ninguna parte no os podéis imaginar el gustazo que da conocer una sola canción de las que están poniendo en el repertorio, así que imaginaros, si son tres…

Después de bailar otro poco, comer un trozo de sandía y hablar un poco más con la people que ya empezaba a estar más que alegre, nos vinimos de vuelta a Basilea. Para Sarah y Vladimir fue toda una nueva experiencia, y bueno, pa Chris y pa mí también fue toda una nueva experiencia, pa que nos vamos a engañar. Ahora bien, después de semejante cena en la que no podía comunicarme con casi nadie, volví a casa con el firme propósito de aprender un mínimo de francés para el año que viene en la boda de Sam y Hervé ser capaz de tener, al menos, conversaciones de besugos con la gente… 😉

Con esto y un bizcocho…
Cris

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