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Hoy es 14 de marzo. Para la mayor parte de la gente este es un día como otro cualquiera, pero para mí debería ser especial. Y lo es, aunque ya no le preste la atención debida.

Un día como hoy en la parada del autobús de la línea 2 en la calle Fray Ceferino en Oviedo, Christoph me preguntó, después de un lío verbal para conseguir cogerme de la mano disimuladamente –en el que hasta estuvieron implicadas unas patatas fritas del McDonald’s–, si veía algún futuro a una relación entre él y yo. ¿Sabéis qué le contesté yo?… Le dije que no, así, de plano. Y es que yo era un poco brusca por aquel entonces… El pobre se quedó a cuadros, aunque no por eso cesó en su empeño de convencerme. Antes de coger el autobus (equivocado, por cierto, la primera vez en mi vida que me pasaba XD), nos dimos un beso atropellado. Esa misma noche me mandó un sms corto y claro desde el móvil de su compañero de pensión (le dio un Toblerone a cambio XD) que me convenció por completo. Más adelante declaramos ese día como nuestro aniversario.

Me parece que fue ayer cuando sucedió eso y aún me resulta difícil de creer que llevemos siete años juntos –cuatro de ellos en Suiza. Parece como si el tiempo entre aquel 14 de marzo y éste se haya difuminado dejando recuerdos sueltos en su lugar.

No soy una persona romántica, pero me pareció adecuado y bonito poder compartir con el mundo (ahora que puedo y que tengo un blog que no lee nadie :Þ) este día especial. Es una lástima que el co-implicado en el tema de esta entrada, ni siquiera se vaya a pasar a leer lo que he escrito >.< Pero la intención es lo que cuenta, ¿no? Ech lieb’ di 😉 Con esto y un bizcocho… Un beso a todos
Cris

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