SPOILER, en esta entrada hay muchos, muchos spoilers, así que si no has leído el séptimo libro ya sea en inglés o en español en las traducciones que hay en Internet no sigas leyendo. Estás advertido y dicen que el que avisa no es traidor 😉
I solemnly swear that I am up to no good
No sé qué me ofende más: el libro en sí o el hecho de que con la edad que tengo un libro pueda afectarme de esta forma. Pero, si lo pienso bien, ya son muchos años siguiendo las andanzas del niño mago y sus amigos como para que no esperase con ansia el final de la saga, al igual que cualquier niño y/o adolescente de la década de los 90.
Por eso, después de tanto esperar, de tantas teorías conjeturadas y discutidas, de tanta ansia por ver a Harry sano y salvo acabando con el malo malísimo en un final sorprendete, de querer ver a Harry amando y declarándose a Ginny Weasley con el corazón en la mano, no puedo menos que estar decepcionada porque mis expectativas eran demasiado altas y The Deathly Hallows no las han cumplido.
Lo que más me indigna, me molesta y me decepciona
, aquello que yo esperaba con más ansia y que no ha pasado en el libro, es Ginny. No me decepciona Ginny, me decepciona lo que su creadora ha hecho con ella. ¿Y qué ha hecho? NADA. Después de un preliminar en el quinto mostrándonos una Ginny liberada y relajada que era capaz de poner a Harry Potter en su sitio y bajarle los humos, una Ginny que guardaba dentro una maga poderosa, y ratificarnos todo eso en el sexto aliñado con la pequeña historia de amor que yo llevaba esperando desde la primera vez que lei sobre Ginny Weasley allá por el 2000 sentada en un tren camino de Bochum… Después de todo eso… ¿Qué hace Rowling? Relegarla, no ya a un segundo plano, sino a un tercero, quedando sólo como el amor imposible de Harry Potter, la mujer a la que adora, a la que ama sobre todas las cosas, en la que piensa una vez en cada dos o tres capítulos, el puntito en el mapa de merodeadores al que persigue con la mirada esperando que ella pueda sentirle, la afortunada a la que dedica su último pensamiento antes de “morir”… pero nada más… porque en 600 páginas de libro (sin contar el epílogo), a Ginny Weasley se le niega el protagonismo que se merece, se le niega de tal manera que ni antes de la batalla final ni despues se nos da la oportunidad de leer la reconciliación de Harry y Ginny (que en realidad no es una reconciliación, pero pal caso patatas) o de ver a Ginny en acción luchando por los suyos y la libertad del mundo mágico, demostrando que es buena y poderosa, pero aún tiene 16 años… Sólo deseaba dos cosas de este libro por encima de todo lo demás: que Harry siguiera vivo y que le dijera a Ginny las tres palabras mágicas “I love you”, pero no… La historia de amor de nuestro héroe quedó relegada al quincuagésimo puesto de cosas por hacer en la lista de la Sra. Rowling y quedó desdibujada en un epílogo que leí con hambre, para quedarme con sed. No sé porqué, pero me siento estúpida. Creo que soy la única persona sobre la faz de esta tierra cuyo personaje favorito de Harry Potter fue, es y siempre será Ginny Weasley (el otro día se me olvidó ponerlo, pero así es cómo debería haber acabado el capítulo 36, ¿qué trabajo le habría costado escribir una pequeña escenita así al final? T___T)
Pero bueno, lo malo de esta enorme decepción es que de alguna forma las cosas buenas del libro quedaron diluidas en una copa de resentimiento y amargura, y me costó un día entero encontrar esas pequeñas cosas con las que disfruté como una enana… pero las he encontrado:
– Snape nunca fue un personaje que me agradase, le odiaba por cómo odiaba a Harry por ser hijo de James, y si bien sabía que él había estado enamorado de Lily, que la había querido mucho, nunca entendí ese odio irracional hacia su hijo. Sin embargo, ese capítulo, “The Prince’s Tale”, me llegó al alma, nos mostró a un Snape humano, arrepentido y atormentado por sus errores. Capaz de amar con todo su corazón y proteger el bien más preciado de su amada. Capaz de confiar ciegamente en Dumbledore hasta el punto de acceder a matarle como lo hizo y seguir sus instrucciones hasta el final. El detalle de su Expecto Patronus igual que el de Lily (¿de dónde sabía Harry qué Patronus tenía su madre? o.O ¿Algún friki clemente que me lo explique?) me pareció tan lleno de amor, que casi me hace llorar. Snape sigue sin ser mi personaje favorito, pero el capítulo del cuento del príncipe me gusto muchísimo. No como el de “King’s Cross” que me pareció surrealista y casi me mata de la risa… pero eso es otra historia xDD
– Los pocos y contados momentos de Harry y Ginny, aunque fuera en la distancia, me supieron a gloria (además de a muy poco >.<). Ese regalo de cumpleaños de Ginny a Harry para que no la olvide... ¡Qué ganas de matar a Ron cuando les interrumpe! El detalle del mapa de los merodeadores, de ese pasatiempo que Harry desarrolló en las noches en vela para no volverse loco, su preocupación en cuanto supo que habían intentado robar la espada de Gryffindor y que los había cogido y castigado, sus ganas de saber de ella, su ansia, cuando la encuentra en el bosque de camino a su "muerte", de decirle que estaba allí y que se quería ir a casa con ella, su impotencia por no poder hacerlo, ese último pensamiento, ese recuerdo de los labios de ella sobre los de él antes de recibir el golpe "mortal"... Todo eso, es maravilloso, pero no fue suficiente... Quería que Harry lo exteriorizara, que lo pusiera en palabras, quería "oírlo" de sus labios... Pero bueno, me quedaré con ese beso apasionado en la habitación de Ginny el 31 de julio de 1997.
– Cuando después de la tortuosa visita al Valle de Godric Harry descubre que su varita con núcleo de pluma de fénix se ha roto, a mí se me rompió el corazón, casi como a Harry. Y cuando en la escena final la repara con la Elder Wand estuve a punto de llorar de alegría. Parecerá una chorrada, pero esa varita era casi tan importante para mí como para el protagonista… Y hablando de la varita, ¿dónde leñes está Fawkes?
– Ron y Hermione al fin se besan, por dios, anda que no han necesitao tiempo estos dos ¬¬ Lo mejor de ese beso fue la reacción de Harry: “Hey, chicos, hay una guerra ahí fuera” y la respuesta de Ron no tiene desperdicio: “Lo sé, pero es ahora o nunca, ¿no?”. Como adoro a este chico xDDDD
– Y los momentos hilarante: Fred y George despues de tomarse la poción polijugos, se dicen el uno al otro: “Anda, somos iguales”… La parida de la Potterwatch cuando se comenta que Voldemort puede estar en el extranjero: “Apuntaros esto, gente, no os dejéis llevar por una falsa sensación de seguridad, pensando que está fuera del país. Tal vez lo esté, tal vez no, pero el hecho es que puede moverse más rápido de lo que Severus Snape huye del champú cuando quiere hacerlo, así que no cuentes con que él esté muy lejos si estás planeando correr algún riesgo. ¡No creía que me escucharía nunca decir esto, pero la seguridad primero!”… O el descubrimiento de que los magos tienen sus propios fairy tales y la salida de Ron cuando Hermione le dice que los cuentos de los Muggles son Blancanieves y los siete enanitos, Cenicienta: “¿Qué es eso? ¿Una enfermedad?” xDDDDDDDDDDDDDDDD
– EDITO: ¿Cómo se me ha podido olvidar el “mejor” momento del libro? La escena en la que Harry consigue abrir el snitch y utiliza la piedra de la resurrección para traer de vuelta a sus padres, a Sirius y a Remus. Esa disculpa desesperada a Remus y la contestación de éste casi me hacen llorar. Y por un momento quise entrar en el libro para acompañar a Harry junto con esas personas tan importantes para él cuando se enfrentaba a su propia “muerte” y poder apoyarle o ayudarle de alguna forma… ¡Sniff!
Sé que este post me está quedando extra largo, pero lo necesitaba. Me queda por decir que considero a Joanne K. Rowling, una mujer sin corazón, que es capaz de arrebatarle a un recién nacido sus dos padres de un plumazo. Estoy hablando de la muerte de Remus Lupin y Tonks, me pareció algo excesivamente cruel. Y no me sirve que me digan que estaban en guerra y murieron luchando, es un libro y está en la mano de su autora evitar ese tipo de cosas (y más teniendo en cuenta el happy ending que nos tenía preparado ¬¬). Me dolieron todas las muertes, pero en especial la de ellos dos, la de Fred Weasley y la de Hedwig, esta última la más horrible de todas, puesto que se hizo por pura funcionalidad, porque Harry estaría viajando y sería un engorro (la jotaká siempre tan práctica ella… y digo yo, ¿no podría haberla dejado en La Madriguera? ¬¬).
Por último, me alegro de que Harry sobreviviera a su propia saga, que se casase con Ginny y tuviera esos tres niños, que me puedo imaginar, son preciosos (sobre los nombres no hablo que me atraganto, aunque espero por el bien de la Rowling que el segundo nombre de James sea Sirius ¬¬), pero ahora que la historia se ha acabado: ¿qué voy a hacer yo? ¿Crecer? 
Gracias por leerme y aguantarme hasta aquí.
Mischief managed!
Padfoot, Moony, Wormtail y Prongs. Im memoriam
Con esto y un bizcocho… Besos
Cris