Durmiendo con… con… con las cabras

Después de esta sequía argumental debida principalmente a mi viaje a los madriles con mis compañeros de trabajo, vuelvo a la carga para contaros todo lo acaecido en mi vida en las últimas dos semanas… Pero vayamos por partes, como diría mi querido Hermes, parafraseando a Jack, the ripper.

Me había quedado pendiente mi historia con las cabras y los Alpes, ¿no? Pues a ello vamos. Para seguir mejor el relatillo este os aconsejo que os paséis por las fotos que están en Picasa:

La aventura de Obersteinberg empezó allá por Navidades. Sí, sí, en Navidades, cuando Yvonne, la hermana de Dominik, le regaló a éste y a su mujer, Sabine (hermana de Christoph) un vale por una noche en el hotel de montaña Obersteinberg a 1778 m incluido el Wanderung para llegar y el Wanderung para irse de allí guiado por Yvonne. Christoph y yo hace tiempo que queremos hacer algo así con su hermana y su cuñado, así que nos invitaron a ir con ellos. La fecha escogida: el fin de semana del 17 y 18 de junio.

El viaje fue cómodo y fácil, aunque en Berna Christoph, Sabine, Dominik y yo estuvimos a punto de irnos en otra dirección porque pensábamos que no teníamos que cambiar de tren xDDD Por suerte Dominik no se olvidó el móvil en casa xDD Llegamos a Stechelberg y emprendimos camino cuesta arriba. Al menos, el camino era precioso. El tiempo, no tanto. Estaba nublado, pero hacía calor y además, de vez en cuando el sol se dejaba ver entre las nubes. Después de comer y seguir camino, Yvonne nos llevó a ver una catarata preciosa escondida en el bosque. El agua que caía con fuerza chiscaba y con el calor que teníamos nos vino bien para refrescar un poco (es la de la foto en la que salimos todos, Holdrifälle). La última parte del camino fue cuesta arriba, muy cuesta arriba 😛 Me hubiera hecho mucha ilusión poder darme una ducha al llegar al “hotel”, pero no… En el “hotel” no había electricidad, así que no había agua caliente T_T El agua, para ser más exactos, estaba tan fría que tener las manos bajo el agua durante un rato para lavarse la cara o algo así dolía T_T Lo máximo que pude hacer fue lavarme con una manopla húmeda y fría para quitarme el sudor y la sal del cuerpo, pero al menos quedé fresca -como pa no, con ese agua. La comida, al menos, estaba rica y era abundante. La habitación en la que dormimos los seis no era especialmente cómoda, pero bueno… Yo pude descansar un poco…

Al día siguiente seguimos la ruta en dirección al Oberhornsee, donde nos bañamos sólo los pies, porque cualquiera metía más cuerpo en semejante agua. No sé que temperatura tendría, pero meter el pie sólo unos segundos dolía, dolía mucho >.< El camino siguió a través de más nieve de la que cabía esperar (aunque esta vez no flipé porque íbamos con Yvonne, que es guía experta del SAC, una se siente más segura con ella cerca xD) y 1000 metros de desnivel (ay, mis piesecitos >.<). Pasamos por encima de la catarata que el día anterior habíamos visto de lejos y seguimos bajando hasta llegar de nuevo a Stechelberg, donde cogimos el autobus y más tarde el tren que nos llevaría de vuelta a casa. En resumidas cuentas, cuando llegué a casa, me sentí como si hubiera llegado a un palacio. ¡¡Agua caliente!! ¡Qué delicia! Acabé hecha polvo y al día siguiente tenía unas agujetas que casi no me dejaban moverme (subir y bajar las escaleras para llegar a la cocina en la empresa y prepararme un café para no quedarme dormida delante del ordenador fue una tortura). Adicionalmente os cuento a qué viene el título, aunque como habréis podido comprobar en las fotos, dormimos y anduvimos entre cabras todo el rato. Lo que hace irónico el título es que yo siempre digo que voy a dormir con las cabras en la montaña y nunca veo una… Esta vez ha sido especial… Lo de dormir con las cabras viene de uno de mis primeros viajes a Suiza en el que Christoph y yo pasamos un par de días en el Ticino; en uno de los días, acabamos al final del valle Verzasca en un pueblo llamado Sonogno con cuatro casa y rodeado de montaña. Por aquel entonces era yo una chica de ciudad con todas las de la ley y claro, aquel pueblecillo de montaña me recordó a Marco y su “en un pueblo italiano al pie de las montañas…”, sólo que en Suiza. A Christoph se le ocurrió la idea de pasar allí la noche y yo empecé a decir que no quería porque era como dormir con las cabras en pleno monte… Desde entonces, cada vez que me llevan de Wanderung digo que me voy a dormir con las cabras montesas. ¡Leñe! Esta vez fue casi cierto xDDDDDD

Bueno, ya me valió de dar la vara. Espero haberos tenido entretenidos durante un ratillo y que no os hayais aburrido. Pronto volveré a la carga con el primer capítulo de las peripecias de los itsystemianos en la tierra de Cervantes.

Con esto y un bizcocho… Besos
Cris

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