Envidio a aquellos que consiguen mantener un mínimo de actualización en sus blogs. Yo soy incapaz. Ya me pasaba con los diarios de papel, así que con los cibernéticos es hasta peor… ¡Ehem!
Pues vamos a ver qué quería yo contaros esta vez… ¡Ah, sí! Ha nevado en Basel. El jueves amaneció todo blanco. Teníamos unos cinco centímetros de nieve. Aunque durante todo el día siguió nevando, Basel es “lovely”, como diría Sam, cuando nieva. Lo peor era el viento. Cuando dabas una esquina y una ráfaga de aire hacía volar los cuatro pelos que sobresalían de mi gorro, tiritaba de pies a cabeza… Hasta el hígado tiritaba ¬¬ No ha vuelto a nevar, pero hace tanto frío que la nieve aún no se ha ido.
Aparte de eso, el viernes se celebró en Basel la quinta “Museumsnacht” (noche de los museos). El evento consiste en lo siguiente: desde las 18h hasta las 2h todos los museos de Basilea -al menos, los que están incluídos en el evento, que si no son todos, son casi todos- están abiertos al público y tienen diferentes actividades para entretener al populacho. La entrada cuesta CHF 20,- (unos 12 euros) y se puede entrar en todos los museos y en las instituciones “invitadas” -este año era el zoo, entre otros, aunque no fuimos. También se pueden usar las líneas de shuttle bus que se crean especialmente para la noche, el old-timer Tram (un tranvía viejo que es monísimo) y el barco. Luego en los diferentes museos aparte de las exposiciones permanentes y las temporales también suelen tener puestos de bebida y comida para mantener al personal nutrido. Este año no hubo tanta gente como el año pasado, pero aún así hubo unos 20000 visitantes. Supongo que el frío -a las 8 de la noche, había 8°C bajo cero- acobardó a muchos que decidieron quedarse en casa.
Christoph y yo, junto con nuestra amiga Sarah, fuimos a cenar a un indio antes de emprender nuestro periplo por los museos de la ciudad. Eran las 9 pasadas, cuando salimos del restaurante. Nuestra primera parada fue el museo de farmacología. El atractivo de este museo era una de las actividades extras: podías hacer tu propia crema de manos. Sin embargo, había que esperar tres cuartos de hora de la cantidad de gente que había, así que, después de ver el museo en plan rápido, puesto que también estaba lleno de gente y no es un museo muy grande, nos fuimos en dirección al museo de las culturas. En éste tenían una exposición temporal sobre Turquía, el Islam y la vida moderna. Habría sido más interesante, si no hubiera estado tan lleno de gente. Quisimos participar en un minicurso de turco, pero llegamos tarde T_T También tenían a una artista turca, Aynur Dogan. Tampoco conseguimos aguantar mucho allí. Después de dos minutos pegándonos con la gente para poder acercanos un poco, acabamos agobiados y salimos corriendo del museo u_u
Luego cogimos la línea amarilla de autobuses que nos llevó al museo del papel, también conocido como el molino de papel de Basel. Esta fue la visita más interesante de toda la noche. Pudimos ver cómo hacían papel, cómo se hacen las marcas de agua -donde los niños estaba experimentando, yo también quería, pero no me dejaron-, cómo se hacen las planchas de metal para la impresión con una Linotype, cómo funcionaba la imprenta de Gutenberg, cómo se encuaderna un libro (como Mo en “Corazón de Tinta” *¬*) y cosas parecidas. También estuve escribiendo con una pluma. En el museo del papel tienen una iniciativa para una “obra de arte”: tú escribes en una tarjeta tus pensamientos o ideas o estupideces (como lo que yo escribí :P) y a finales de febrero van a montar una especie de collage con todas las tarjetas. Este museo junto con el de la farmacia me los he anotado mentalmente como futuras visitas, para verlos con más calma en otro momento.
A las 12 y 10 cogimos el barco. Primero teníamos pensado ir al Museo de Tinguely, pero como el viaje era tan cortito y estabamos tan calentitos, decidimos ir con el barco (el Christoph Merian, por cierto) de vuelta hasta Schifflände y de allí nos fuimos al Puppenhausmuseum o el museo de las casas de muñecas. Este museo tiene cuatro pisos y está lleno de muñecas, peluches, teddy bears y casas de muñecas. Y cuando digo lleno, me refiero al significado más extremo de la palabra “lleno”. Lo más normal es empezar por el último piso, que está lleno de teddy bears, que a mí desde luego no me gustan especialmente. Ahora bien el tercer piso está LLENO de casas de muñecas de todos los tipos: tiendas, bancos, burdeles, casas veraniegas, casas señoriales… hasta un parque tienen. Mi favorita -o favoritas más bien- es una calle comercial, que ocupa toda una pared con tres estanterías en la que tienes de todo: pasteleria, quesería, carniceria, charcuteria, pescaderia, zapateria, sastre… hasta una tienda de juguetes XD A partir del segundo piso tanta muñeca empieza a cansar y a la una de la mañana, que fue cuando nosotros nos fuimos a ver este museo, hasta te molesta ver tanta junta. Después de acabar con las muñecas y los ositos de peluche, nos tomamos un chocolate caliente en el café del museo antes de irnos cada uno a su casa.
Mientras tomabamos el chocolate, Sarah nos preguntó qué pensabamos nosotros que había sido lo más interesante que habíamos visto esa noche. Yo me quedé con el museo del papel y concretamente con la elaboración del papel y con un libro para niño sobre un elefante que había sido hecho por completo por la gente del museo y que se podía comprar en la tienda por CHF 68,- (unos 40 euros). A Sarah también le gustó mucho ese libro. En definitiva, estabamos los tres de acuerdo que la mejor decisión de la noche fue ir a visitar el museo del papel.
Y eso es todo de momento… En cuanto vuelva a tener algo interesante que contar, me pondré manos a la obra -o al menos lo intentaré :Þ
Con esto y un bizcocho… Besos
Cris
PD: Creo que voy a editar el post de abajo con el test porque ahora que lo releo no estoy de acuerdo con algunas de las cosas que escribí (como por ejemplo que si yo fuera un fruta, sería una mandarina ¬¬).